lunes, 17 de noviembre de 2008

APRENDER A VOLAR





















Desde que subí por primera vez a una tela, mi cuerpo se conectó con su magia y no pude más que volver a subir, una y otra vez. A mis amigas “telistas” les pasó lo mismo (ojo, en cualquier momento algún periodista al pedo nos bautiza como la nueva “tribu urbana”)

Las telas nos enseñaron muchas cosas. La principal: las alas no son exclusivas de las aves.

Muchos de ustedes, los lectores de este blog, posiblemente desconozcan el arte de la danza aérea, pero lo que seguro no desconocen es la pasión que nos mueve a llevar adelante ciertos proyectos, actividades, hobbies, deportes dejando de lado nuestro miedo de no estar a la altura de las cosas, de no ser los mejores (o por lo menos alguna vez actuaron en la primaria che, y saben lo que es el “pánico escénico”)

La semana pasada, con Susi y Tania ensayamos para un show en vivo. Vani nos hizo el aguante para filmar cada rutina. Practicamos mucho. Tres o cuatro horas por día. Fuimos a los ensayos con nuestros hijos. Susi llevó a la “mini Susi" que llegaba arrastrando su carterita de perro de peluche rosa, y yo fui con mi “Mini Batman” que hacía flamear su capa símil superhéroe (de piso)

Tuvimos las llaves del gimnasio por primera vez en nuestro poder y nos sentimos dueñas y amas de las telas. Por las noches, pusimos música a las paredes dormidas del gimnasio.

Entre ensayo y ensayo, nos reímos de nosotras mismas, de nuestros nervios, nos dimos aliento, nos corregimos, comimos algún que otro chocolate y miramos las grabaciones mil veces.

(y hasta trasgredimos una regla de la disciplina: nos fumamos un cigarrillo para distender un poco)

Sin embargo nada parecía ser suficiente para matar esa pollilla inmunda de la presión. Estábamos presionadas. A hacer las cosas bien. A poder transmitir “esto es lo que sabemos y nos gusta hacer”.En esos días de ensayo, la inseguridad fue como una pelotita de ping pong, yendo y viniendo entre Susy y yo. Una veces, era ella quien se tiraba abajo con un “no voy a poder”; otras veces, era yo.

Jugamos un “partido” contra nuestro temor al fracaso, contra nuestros cuerpos agotados, contra nuestro ideal de perfección. Tania era la más confiada. Después descubriríamos por qué.
Una noche Susi se puso muy mal.


Sus ojos miel, delineados de negro, se llenaron de lágrimas como dos estanques redonditos, mientras no paraba de repetir “no me sale nada” o “no me va a salir”.

-“Dale mami, vos podés.”- le decía su nena con la mirada brillante.

Pero sólo uno conoce la verdadera cara de sus fantasmas. Y eso es lo que más asusta. Estamos solos con nuestros temores. Como en esos sueños que uno quiere correr y no puede. O gritar.

Un día después de la crisis de Susi, a su bandeja de entrada le llegó este mensaje de nuestra amiga Tania:

“Hoy voy a Pacífico y te quiero ver brillar en la tela. Cuando subas, acordate por qué hacemos telas, porque es algo que nos vuelve locas. Cuando subas, pensá en disfrutar de nuestro arte y que no sea algo frustrante. Nos vemos en las alturas amiga telista. El show debe continuar.”

Pacífico es el club donde tomamos clases.

"El show debe continuar" es la canción de Queen con la que ensayamos para nuestra presentación.

Por último quiero decirles que escribí todo este post sólo para reproducir el mensaje de Tania, porque tanta sabiduría y solidaridad le dieron un vuelco a mi corazón, lo hicieron caer de espaldas...

Hacer algo porque nos gusta.
Por que lo disfrutamos.
Porque nos animamos a correr tras nuestros deseos aunque cueste (no seguirlos, es costosísimo ¿ya lo saben?)

Los dejo con algunas inquietudes (me pongo en Freudita) ¿Qué pasión mueve sus vidas?¿Sienten miedo de hacer lo que les gusta? ¿Hay algo que les gustaría hacer y no se animan?

AMIGOS... La vida es Bella!!!