martes, 23 de diciembre de 2008

De como apagar un llanto y otras magias




Matteo arrastra su llanto desde la pieza y se me planta enfrente. Qué pasó hijo, Un bicho, un bicho me picó acá, muestra la axila, ¿A ver? No es nada, un poco colorado nomás. Él, en un claro mensaje de que no minimice sus afecciones, redobla el llanto. ¡Me aaaaaaaaaarde! Me arde muuuuuuuuuucho!, Ponemos una cremita y se pasa enseguida, No, no se pasaaaaa, Sí, dame que te soplo ¿Ves?, Aia mamita, Tengo una idea Mat ¿Y si compramos un helado? ¿Chasqui bum? ¿Huevito Kinder? ¿Chicle con tatuaje? Por un momento lo duda, corta el llanto en seco y evalúa los costos-beneficios de aceptar el trato. Lo tengo, ya es mío, lo tengo, afloja. Y no, ¡Me aaaaaardeeeee! No me queda otra que apelar a la hechicería. El realismo mágico de los niños supera hasta el momento más brillante de la pluma del dotado García Márquez. Recurro a Juancito, un amigo de papá que vive lejos y fascina a grandes y chicos con sus trucos de magia de herencia familiar. Yo te invoco, Oh Juancito Olea, a tí y a tus Poderes Mágicos, para neutralizar la picazón de mi hijo Matteo. Pausa efectista. Marketing casero. Bingo. El pez muerde el anzuelo. Ahora se seca las lágrimas con el repasador de animalitos de la granja que yo le arrebato de las manos para ponerme en la cabeza mientras cierro los ojos con aires de medium, Juancito Olea, dame tus poderes y cura a este niño, pu puf-pu puf, ¿Y? ¿Te curó? Mi niño, cara de algo que no termina de ser decepción plena, No tanto, Bueno, vamos de vuelta, Juancito “Pelado” Olea , lo de Pelado le hace gracia, un poroto para mamá, Dame tus poderes para curar esta axila, Ahora sí mamá, me curó un poquito, y se cuelga en mi cuello para agradecerme con un beso y bajar de la mesada, lugar donde tuvo lugar el conjuro.
Durante el resto del día Matteo no vuelve a quejarse de la picazón y eso me hace pensar, Qué genio este Juancito, che, ¿Será descendiente de Merlín?
Y ya cuando en el silencio nocturno no se escucha más que un Arrorró mi nene, Arrorró mi sol, y todo indica que Matteo está con un pie en el umbral del sueño y otro a punto, su vocecita pincha mi burbuja, Este Juancito Olea es medio choto, mamá, todavía me sigue picando.