Estoy descalza frente a una montaña muy alta
me paro frente a ella y la miro
es alta alta muy alta
pero no me asusta.
No tengo que subirla
sino atravesarla.
Conseguí un pico para empezar a cavar
pero aún no empiezo
sigo mirando la montaña
tal vez para recordar como era
antes de que deje de serlo.
Debo llegar a su epicentro rocoso;
no busco otra cosa más que su corazón,
dicho esto, en voz alta, empiezo a cavar.
Con un pico en la mano
pretendo cavar un túnel
hasta su eje.
Golpe a golpe comienzo a socavar las paredes.
Hace mucho calor pero no me detengo
un impulso ciego
me guía a deshacerme de lo que estoy buscando
y sé muy bien donde encontrarlo.
Pasan los días, cavo con frenetismo
hasta que la roca se va haciendo túnel.
Sigo cavando
caigo exhausta sobre mi cuerpo,
no como
no duermo
tengo que llegar.
He perdido la noción del tiempo.
Yo,
sólo soy yo
y el pico contra las paredes.
El pico y yo somos uno.
Ahora presiento que estoy cerca
en muy pocas horas
llegaré al centro.
Es todo lo que estaba buscando
pero de sólo pensarlo
estoy tan triste
que pierdo las fuerzas
y duermo por días.
¿Qué hago acá?
¿Por qué hay sangre en mis manos?
¿Por qué cavé con frenetismo?
Ahora lo recuerdo
el corazón de la montaña
está cerca.
Con la última herida
que le hago a la pared
aparece un agujero de luz.
Cavo con las manos.
Algo frío se asoma por el agujero
y me huele.
Es el corazón que busco
sólo que va dentro de un conejo.
Es un conejo hermoso
no le cabe otra palabra.
Lo ayudo a pasar
pues está atascado
y él se deja tomar por mis manos
con confianza.
Como si hubiera sabido
que venía por él.
Me mira y mueve la nariz.
Lo pongo tan cerca de mi cara
que sus bigotes me dan cosquilla y estornudo.
Me quedo a vivir con el conejo
en el centro de la montaña
y todo es tan lindo
que no sé si yo soy yo
si soy el conejo
o acaso
sea un sueño.
me paro frente a ella y la miro
es alta alta muy alta
pero no me asusta.
No tengo que subirla
sino atravesarla.
Conseguí un pico para empezar a cavar
pero aún no empiezo
sigo mirando la montaña
tal vez para recordar como era
antes de que deje de serlo.
Debo llegar a su epicentro rocoso;
no busco otra cosa más que su corazón,
dicho esto, en voz alta, empiezo a cavar.
Con un pico en la mano
pretendo cavar un túnel
hasta su eje.
Golpe a golpe comienzo a socavar las paredes.
Hace mucho calor pero no me detengo
un impulso ciego
me guía a deshacerme de lo que estoy buscando
y sé muy bien donde encontrarlo.
Pasan los días, cavo con frenetismo
hasta que la roca se va haciendo túnel.
Sigo cavando
caigo exhausta sobre mi cuerpo,
no como
no duermo
tengo que llegar.
He perdido la noción del tiempo.
Yo,
sólo soy yo
y el pico contra las paredes.
El pico y yo somos uno.
Ahora presiento que estoy cerca
en muy pocas horas
llegaré al centro.
Es todo lo que estaba buscando
pero de sólo pensarlo
estoy tan triste
que pierdo las fuerzas
y duermo por días.
¿Qué hago acá?
¿Por qué hay sangre en mis manos?
¿Por qué cavé con frenetismo?
Ahora lo recuerdo
el corazón de la montaña
está cerca.
Con la última herida
que le hago a la pared
aparece un agujero de luz.
Cavo con las manos.
Algo frío se asoma por el agujero
y me huele.
Es el corazón que busco
sólo que va dentro de un conejo.
Es un conejo hermoso
no le cabe otra palabra.
Lo ayudo a pasar
pues está atascado
y él se deja tomar por mis manos
con confianza.
Como si hubiera sabido
que venía por él.
Me mira y mueve la nariz.
Lo pongo tan cerca de mi cara
que sus bigotes me dan cosquilla y estornudo.
Me quedo a vivir con el conejo
en el centro de la montaña
y todo es tan lindo
que no sé si yo soy yo
si soy el conejo
o acaso
sea un sueño.