jueves, 14 de octubre de 2010

De música ligera

* Cuando escucho Dont Speak de No Doubt, quiero romper la casa a lo Hulk, tirando sillas, revoleando ceniceros. Ser verde y enorme, quiero. Y hacer aaaaaaaaaaaaagggggggggggg con los brazos como Lou Ferrigno . En cambio, canto (cantar es una manera sutil de describir una serie de aullidos catárticos de un horrible inglés)

* Desde la península ibérica, Bebe, con Buscome se suma a mi ineficaz campaña antilípidos invernales depositados acá, justo donde aprieta el jean tiro bajo (sí, las bien conocidas chichas, un mal de moda) Y en la parte que canta “yo soy una montaña rusa que sube, que baja, que ríe, que calla...”, le saco chispas al caminador elíptico. Un día me voy a incendiar ahí arriba.

Hay un tema que sólo puedo escuchar en el sillón post limpieza total de la casa:
True Love Waits, de Radiohead.

*Si suena Amor a la Mexicana, de Thalía, aparece flotando --cual gato de Alicia en el país de las Maravillas-- la cara de Ana Mariela, reina de las madrugadas más ociosas, primera princesa del gin tonic y Miss Simptía de todos los que pudieran evitarnos el taxi del boliche al Rioba. Si la veo a mi primita haciéndose la mexicanota y gesticulando con dureza sensual: “PURA CAÑA, PURO AMOOOOOOOOOOOOOR”.

* Con Polaroid de locura ordinaria me enamoro. Qué se yo de qué. No me voy a poner a explicar el amor. Es algo que pasa o no pasa (esa es la mejor definición del amor que tengo en mi diccionario, no soy Neruda, viste?)

* Bienvenidos al tren es el cierre de las fiestas de la espuma de Hippodrome. Documentos empapados, un taxi que espera, borceguíes, minishort. Y ya en casa, mi vieja que se asoma a recibirme con cara de haber hibernado por años.

* Desesperada es Chocolate, a mediados de los 90 y mi amiga Euge sintiéndose Marta Sánchez. Robando miradas en la pista. Sabiendo que las roba. Una chica cool.

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La otra noche, después de la clase de telas, en el auto, encendí la radio antes de girar la llave para despabilar el motor.
Decía, la otra noche, sonaban los Guns.
Lluvia de noviembre pincelaba mi memoria cuando activé el limpiaparabrisas. Diluvié décadas. Aunque en Bahía sólo lloviznaba. Y era setiembre.