sábado, 13 de agosto de 2011

Sueños de una noche...


              Ronnie Warner, en su versión de “La Noche Estrellada" 



En verano la noche es un país sin fronteras por el que entro y salgo como de una casa con jardines. El aire me toma y de pronto soy la Monroe con su vestido soplado. En sintonía con los bichos que pululan tras su aburrido anonimato invernal, me siento parte de algo grande.


Entro por ventanas encendidas, ceno menús mediterráneos, me sirvo de los más adornados postres y hago el amor con el deseo. Esto y todo, mientras camino por avenidas ruidosas y subo a patinetas de colores que me llevan a mundos que Alicia no imaginaría.

Si estoy frente al mar, el paisaje me desviste hasta dejarme hecha un alma, un humo que se agiganta y comprime al ritmo en que respiran las olas. Recostada en la arena me disparo al universo como pájaro que acaba de descubrir el cielo.


Con un estado ortográfico de puntos suspensivos voy saltando y escapando de la corsetería barata de las publicidades. El amor se estira en mí como una masa esponjosa y no puedo más que sentir que un millón de vidas ancestrales han venido a resumirse acá, en mi latido.