sábado, 15 de diciembre de 2012

Euge-nialidades

No importa día, hora, año, ni actividad en la que se esté desempeñando en ese momento. En estos 28 que hace que la conozco, Euge llega siempre apurada y llena de bolsos y paquetes. Otra constante de nuestra amistad, son los mates. “Poné la pava”, o “Pongo la pava” son las dos frases que integran el top five de nuestro decálogo de infaltables.


La escena es así. Euge llega como un viento, apoya todo lo que tiene en donde pueda, pone a circular a los más chiquitos –en su momento fue a Leo y ahora a Giuli— y entabla un monólogo que pone en jaque la carrera de Enrique Pinti. Además, casi no toma aire entre palabras, lo cual la convierte en un objeto de investigación científica en la rama de la fonoaudiología.

Antes o después, también es el turno de mi monólogo, claro. Quizás menos verborrágica y con otros tiempos discursivos, diserto ante los ojos redondos hermosamente delineados y rimeleados de mi amiga. Desde hace siglos –o casi-- le cuento las mismas cosas --o casi-- y ella siempre tiene el rostro de quien las escuchara por primera vez. Se ríe hasta las lágrimas de las pavadas que digo y hago desde que nos elegimos como hermanas del camino.

Tortas, facturas, masitas secas, la sobra medio apelmazada de algún cumpleaños fmiliar han desfilado cientos de veces en las distintas mesas de las casas en que nos tocó vivir y visitarnos. En su alquilada casa de ahora –que fue en algún momento mi alquilada casa—tengo un rincón sagrado y ella lo sabe. Todas nuestras conversaciones empiezan al lado del fuego de la cocina, conmigo trepando a sentarme a la mesada.

Me dice “Sos la única persona que se sube a la mesada”. Así pasan nuestros monólogos, mate va mate viene. El otro día llegó a verme con Giuli en un brazo y la impaciencia bajo el otro y se dio esta situación.

Euge: Bla bla bla bla bla bla bla bla.. Bla bla bla bla bla bla bla bla (pausa)

Yo: Bla bla bla bla bla bla bla bla.. Bla bla bla bla bla bla bla bla (pausa)

Euge: –devolviendo el mate—Gracias amiga, está asqueroso. Yo. Ah, bueno…Pensé que me ibas a decir “Gracias amiga, está riquísimo”. Euge: Y bueno, entre nosotras no hay mentiras. Si está asqueroso, está asqueroso…

 Cómo la quiero.